domingo, 24 de octubre de 2010

El desueño

cuando llega este punto de la noche donde los ojos pesan como para una hormiga cargar una sandia, cuando los rincones se oscurecen y el jazz aparece, cuando te rindes ante el casi imperfecto sueño de ver el cielo estrellado.

la espalda se ensancha y repele al colchón que mira con pena tu estado de insomnio, recuerdo de los cajones, los mirones, las calles y las bicicletas, cierro los ojos, y me siento cansado, pero hay algo que no me deja dormir, algo que se mete por mi oído camina por los laberintos internos del cuerpo humano, hasta aparecer rodeado de glóbulos rojos inmensos, con casi cara de malos, y se menean y se florean esperan y disparan, montan y desalojan, retoman y rememoran, mueren y matan, mientras yo no puedo condecorar mi descanso con el ensueño demoroso, espacio y tiempo en recodo, demora la virtud de aquellos quienes brindamos eterno velesquoro tatiun maximun al condecoro de los héroes de la quinta batalla en tierra del fuego, listín 33, de la conquista de glóbulos rojos, y sigue adelante por las fosas del intestino, hasta mirar en el ojo equivocado, de motivo morado, por el paso de los días, quien encuentra de momento un feliz acontecimiento de valiosos alquitranes y niños con corbata michi canturrean el himno de su colegio, mientras la recotora de poleransinf sinf sin saber el contrinuado sueño con la boztesa del sueño que llegaconeded

ttasnfienfnals tyyyyyyyyyyyyyzzz

el despegue

me retuerzo como lagartija quemada en un vaso de alcohol en llamas, los circulos son cuadrados y los retazos pedazos de botellas de paraíso, los sonidos omhinduisticos me aturden hasta tirarme pedos por las orejas, la piel es suave y de gallina, una risa de mueca eterna, una mirada de ojo desprotegido, mal nacido, mal nacido, mal nacido, me paro , no paro, me caigo, sigo retorcido, como el despavorido abrigo de la señora que usa la bufanda de gato, oigo disparos, muertes, malvados, la arena que se levanta la roja piel que murmura acides,

el despegue de un silencio, que asoma con viveza, que Silva mi cabeza con un gracias hasta mañana, ha sido una gentileza.

martes, 12 de octubre de 2010

Hoy no fuí a trabajar.

Esta mañana desperté cansado, sucio y tarde para variar,
Eduardo, el jefe, me esperaba para lo mismo de siempre,
llego a la casona, me sirvo un café, leo las noticias, y hago
mil estupideces que solo dan vueltas redondas tratando de
evitar mis aburridos labores diarios.
Volví a dormir, desperté por segunda vez
apague el celular y volví a dormir.
Volví a despertar, esta vez con hambre y ganas de fumar.
Prendí mi teléfono y salí a buscar algo de comer.
Abajo, la bodega estaba repleta de gente, algunos miraban mal,
mujeres gordas y viejos calvos compraban menestras y gaseosas retornables,
por un momento pensé que, igual que ayer, hoy sería un día hostil.
El tema de no haber ido a trabajar, sin embargo, me tenía emocionado y ansioso,
compre fósforos y caminé con dirección al sur.
A la segunda cuadra me sorprendí con la mirada de una señora
que me miró con unos ojos que parecían vacíos, carentes de miradas,
encadenados a un pasado violento, me miró y rápidamente se reconoció
lo cual me desentonizó de la vereda y me preocupó , nunca entendí que tenia
de parecido yo y ella, justo comenzaba a sentir una extraña sensación de curiosidad
con cariño, de identificación con ablandamiento de corazón, cuando de repente un jugoso
sonido en mi estomago, me recordó que tenia hambre, a si que decidí ir a comer,
me senté en el ultimo asiento del menú, rápidamente llego el menestrón, mientras en la tele,
la telenovela mas patética de México, tenía hipnotizados a todos, quienes derramaban sus menestrones y dejaban correr la gota verde por la esquina de sus bocas, con las miradas pegadas al televisor de pantalla plana, con un curioso cobertor de plástico.
El seco estaba húmedo, verdoso y los frijoles densos, pero eran firmes contra el hambre que me agobiaba, 10 minutos antes de acabar mi plato, mientras una mujer hermosa lloraba inconsoladamente en la tele, dejé 10 soles en la mesa (El menú completo cuesta siete soles)
y salí disparado, mi teléfono estaba sonando.

La emoción retenida que tenia, por no haber ido a trabajar, explotó cuando vi la luminosa
pantalla de mi teléfono móvil, el cual para mi suerte, o hasta ese punto eventual mala suerte, empezó a avisar ostentosamente su lenta agonía, batería baja, aparecía religiosamente cada 10 minutos.

Era Mario, un reconocido periodista de pelo blanco y bigote, con el que había conversado
la semana pasada y aparecía con su entrevista (de trabajo) como prominente solución a uno
de mis problemas, pues por fin, me pagarían por escribir.
Entre a su oficina, olía a guardado mezclado con café, su taza era de dos orejas, la mire detenidamente durante casi un minuto y medio, hasta que tuve que mirarlo pues produjo un firme Buenos días.
Me preguntó un par de cojudeces y luego me hizo escribir, pero no sobre música o teatro, si no, sobre unos panzones calvos corruptos mal humorados (Políticos) y unas viejas gordas y huachafas. Hice lo que pude, me trató con cierta hostilidad, no lo miré a los ojos, y salí esquivando cajas con libros y obras de arte tapadas y papel y skates rotos y caca de perro y mal olor y noches sin dormir y ganas de morir.





Aló? le dije, no me diga que me contrató

se cagó de risa y me dijo que buscaba a mi padre, queria escribir una nota sobre el y necesitaba una entrevista, pues si conseguia esa nota ganaría "un culo de plata" (sus propias palabras)

La conversación no terminó y seguí caminando al sur, con la emoción todavía porque no habia ido a trabajar.

lunes, 11 de octubre de 2010

Ojo cortado

Retardadas son las lagrimas que brotan de mis espaldas
cuanta carga mas eh de mochiliar, cuanta basura tendre que plantar
a que vida me voy a dedicar?
el elastico de mis dedos sucios se estira hasta romper mi ego
Seccionando mi ojo
me como el respiro y me respiro el destrozo
cuanta basura tendre que regar
me canse de rocoger caca
me canse de mirar ganar
me aburri de la carrera sin meta, del laberinto sin salida
Quiero rodar en brea caliente, beber dos litros de aceite, hacer tramites con el estado,
rechazar tus manos, no mirar atras
rechazar lo verdadero
aceptar el entierro
morir en desenfreno

viernes, 8 de octubre de 2010

Botines sin cuello

Recomendado por su asaña
El poncho decidió acreditarse a la farmacia
de la esquina

Entre sollosos y llantos serenos
compré lo que tenía que comprar y la asaña se ensachaba

Siempre recurrí al destino para este tipo de cosas.