martes, 30 de noviembre de 2010

Título

Por mas que pienso, y pienso, y pienso. Pienso y sigo pensando. Porque, como así, hasta cuando, eso que tiene que ver, que pasaría, que pasará. No puedo concentrarme en lo que quiero, me molesta tener que escoger que voy a hacer después, no sé si quiero ser escritor, o músico, gestor cultural, sociólogo, antropólogo, profesor, hippie, cineasta, político, que se yo, es demasiada responsabilidad, porque no puedo simplemente ser lector, o mirador de películas, o escuchador de música, para eso soy bueno y no me aburre.
Me molesta tener que pensar tanto las cosas, me aturde en el insomnio, me pica como sudor seco o como una costra tierna en forma de haba, la verdad, es inconsciente, aparecen esas questiones en mi mente, de la nada, del mismo lugar de donde viene dios.
de donde carajo viene dios.
Las respuestas que encuentro a las cosas, son rebatidas, y deslumbradas, derrotadas y ridiculizadas por mi mismo, mientras pasan los días, de modo que siento que ya no se nada, que cada teoría y ley, así me haya costado mucho construirla, cae, muere, se va, o se queda, o se hunde, o quien mierda sabe que carajo pasa con ella.
pero aparecen nuevas teorías y leyes, y todo vuelve a tener sentido, y este proceso se repite y se repite, solo que cada teoría es mas triste, dolorosa, melancólica, solitaria, que la anterior, no entiendo si todo este angustiante pajaso mental, algún día me lleve a algún lado.
Derrepente, ahora que lo pienso (ya que todo lo pienso), este pajaso mental, me lleve a ser escritor.
aunque mañana no me atreva o me olvide que escribí esto o me ponga a pensar otra cojudez que arruine el plan.




miércoles, 17 de noviembre de 2010

V

Nunca voy a olvidar esa mañana, abrí mis ojos con la dificultad que otorgaba una pegajosa legaña, y vi lo que nunca quise ver, el pánico calentó la parte de atrás de mi cabeza, y la legaña dejo de ser un impedimento, mis ojos estaban igual de abiertos que mi boca, que así, abierta, temblaba como maquina de temblar.

A la hora de almuerzo no almorcé, a la hora de cenar, no cene, y a la hora de dormir no dormí.

No se lo podía contar a nadie, no solo porque nadie me lo iba a creer, sino porque me daba miedo contarlo, sentía el calor en la nuca, típico.

Yo pensé que había visto de todo, que ya nada me sorprendía, que cualquier evento, por mas macabro que sea, que pase por delante de mis ojos, seria como mirar un infomercial, pensé que me había vuelto inmune y cómodamente insensible a la violencia, pero esa mañana, esa mañana.

Simplemente me quede en mi casa, todo el día, como si nada hubiese pasado, como si febrero llegara en un par de meses, como si la jarra de limonada estuviera llena, como si nos iríamos de paseo, pero tremendamente perturbado por la avalancha de imágenes de lo que vi esa maldita mañana.

estaba en shock, pero en un shock consciente, es la sensación mas desagradable que jamas sentí en toda mi vida de lo que sea que soy, entonces cuando sentí eso que sentí, toque fondo, como dicen, toque fondo, como cuando me esforzaba tremendamente para llegar al fondo de la piscina y tocar el piso con mi dedo de niño.

me acorde de mi niño, busque el cuarto cajón de caoba, cargue la ruleta, y salí decidido a buscar a ese maldito hijo de los mil y un padres.