El cambio y su no amabilidad ante el oportunismo de lo inoportuno, lo vago con lo profano, la mezclandad en mescolanza.
Poder de televisión y escándalo senil del sueño amargo, los labios que mienten en humedad de cemento fresco, de quijadas fisuradas, en cuerdas y metales, en lagunas mentales de salvados montadores de la verdad disfrazada de conejo, en justicia y balanza se cagan los payasos, los chanchos y la maracuyá.
Sin las huellas digitales, con los pies chorreados en azules montículos del sosiego, la masa es masa, las caras, no son caras, es por eso que el ministerio del infinito sabe lo que debora, lo que se pierde el ser humano promedio de la fronteridad con lo banal y lo ocioso.
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